La bata de cola es el característico vestido flamenco que usan las bailaoras y que las acompaña de forma majestuosa en sus actuaciones. Puesto que todos hemos admirado alguna vez el movimiento de los volantes impulsados por el arte de una bailaora flamenca, hoy queremos mostrar un poco más de lo que rodea a esta prenda que simboliza por sí misma el arte flamenco.
Origen e historia de la bata de cola
Su origen se remonta a mediados del siglo XVIII, como un traje que arrastra su parte trasera desde la espalda, mediante pliegues y volantes que proporcionan el vuelo necesario durante la ejecución del baile, creando sugerentes imágenes por medio de la cinestesia y en combinación con el zapateo y otros elementos tradicionales en el baile flamenco, como el abanico o el mantón de manila.
En sus inicios no estaba asociada al flamenco, sino que la vestían las damas de la alta sociedad en su forma de vestido de escote redondo, manga tres cuartos y cola que arrastraba en la parte posterior del vestido. En Granada, durante el apogeo de los cafés cantantes se popularizó su uso entre las bailaoras flamencas, como recurso para dotar de mayor espectacularidad a sus bailes.
¿Qué se baila con la bata de cola?
El uso de la bata de cola requiere de una combinación entre gracia, técnica y fuerza física para que el movimiento de la bailaora sea fluido. Tradicionalmente, esta prenda se usa en palos más clásicos, como las seguiriyas, la soleá o las alegrías, aunque hay otros géneros musicales que no se conciben sin ella, como la copla.
Técnica básica de la bata de cola
Como ya hemos explicado, manejar correctamente la bata de cola no es algo al alcance todo el mundo; al contrario, se requiere conocer a la perfección el tempo del baile y ejecutarlo con cierta gracia, además de dominar los movimientos necesarios, que incluyen giros en el aire con una sola pierna, y tener suficiente fuerza y preparación física, ya que es una prenda que suele pesar.
Entre los movimientos que la bailaora debe conocer y dominar, destacan la campana, campana con giro, bata en el suelo, colocar delante y detrás, colocar delante y detrás con giro, marcaje con campana, marcaje por el suelo y marcaje, andada y campana.
Bailaoras que han usado la bata de cola
A lo largo de su historia, innumerables bailaoras han llevado la bata de cola y paseado su arte con gran feminidad y armonía, entre las que podemos destacar a Carmen Amaya, Rosa Durán, Cristina Hoyos, Carmen Mora, Matilde Coral, Rosario Monje “La Mejorana”, Juana Vargas “La Macarrona” y las que se consideran precursoras de la prenda, Antonia Mercé y Pastora Imperio.
Colores y tejidos usados para coser la bata de cola
Tradicionalmente, las batas de cola se cosían en tejidos almidonados, como el organdí, el nylon y otros tejidos que simulan papel; hoy día lo más común es utilizar popelin, punto de seda u organzas. Gracias a esto, se ha conseguido rebajar el peso de la prenda que hoy pesa alrededor de 10 kilos.
En la actualidad es posible encontrar batas de cola de todos los colores, desde los clásicos blanco o pastel hasta colores con mucha más fuerza, como rojo o negro, pasando por tonalidades muy llamativas, como azules o morados. A la hora de elegir la bata de cola, es importante tener en cuenta el palo que se va a bailar con ella: no es lo mismo un ritmo más animado, como las alegrías, que otro más solemne, como la soleá, aunque una correcta elección de los colores permitirá usar la misma bata de cola de forma igualmente apropiada en ambos tipos de baile.
¿Cuánto mide la bata de cola?
Lo más habitual es que la cola mida entre 50 centímetros y un metro, lo que supone alrededor de metro y medio desde la cintura, aunque depende de aspectos como la altura de la bailaora y su destreza en el manejo de la cola: Carmen Amaya manejaba batas de hasta 3 metros con inigualable poderío y gracia.
¿Cuánto pesa la bata de cola?
Como ya hemos comentado, el tejido con el que esté fabricada la prenda es el responsable de que pese más o menos: aunque tradicionalmente podían llegar a pesar hasta 25 kilos, con todas las dificultades que esto añadía a su manejo, los tejidos con los que se fabrica en la actualidad han conseguido rebajar su peso hasta los 10 kilos, aproximadamente, aunque es posible encontrar ejemplares (especialmente semiprofesionales, concebidas para ensayar) de entre 3,5 y 4 kilos.