Si hay un palo flamenco que ha traspasado fronteras, conocido y apreciado en el mundo entero, son las sevillanas. En este post te contamos todo acerca del origen de las sevillanas, su cante y su baile y te explicamos cómo acercarte a ellas si nunca las has bailado antes. ¡Sigue leyendo!
Origen de las sevillanas
Se considera que el origen de las sevillanas son las llamadas “seguidillas castellanas”, unas composiciones anteriores a los Reyes Católicos, que a lo largo del tiempo se fueron aflamencando cada vez más, hasta llegar a incorporar el baile en el siglo XVIII.
Aunque su nombre no se registró en el diccionario de la Real Academia de la Lengua hasta 1884, las sevillanas estuvieron presentes como tal en la Feria de Sevilla desde el mismo año de su fundación, en 1847. Como ya hemos dicho, actualmente se cantan y bailan en todo el mundo, siendo el palo flamenco más extendido.
Características de las sevillanas
La sevillana se baila en base a un compás de tres tiempos, de los cuales el primero es fuerte y los dos siguientes son flojos; la pieza entera consta de 43 compases. Habitualmente se bailan en pareja, aunque es posible encontrar espectáculos experimentales con más de dos bailarines.
Cada sevillana consta de 3 partes, que a su vez se dividen en 4 movimientos: paseíllos, pasadas, careos y remate. En la última copla se busca hacer coincidir la música con el baile, de forma que el desplante final logre un efecto romántico y provocativo, de gran belleza.
El Canto en las sevillanas
El cante de las sevillanas acompaña a la música de forma perfecta, siguiendo la estructura de tres tiempos de esta. Puesto que se trata de una composición popular, las temáticas más habituales se refieren a la vida cotidiana o son de corte religioso o fiestero:
- Amor y desamor
- Alabanzas a Sevilla y la Feria
- Romerías y santos (la Blanca Paloma, la Virgen del Rocío, Jesús, las celebraciones de Semana Santa…)
- Los toros
Cada una de las letras consta de 7 versos, que se distribuyen de la siguiente forma:
- Estrofa de cuatro versos, de los que el primero y el tercero son heptasílabos y el segundo y el cuarto son pentasílabos.
- Estribillo de tres versos o bordón.
Música e instrumentos que acompañan las sevillanas
La sevillana comienza con el rasgueo de una guitarra en cualquier tono, que introduce el cante que, a su vez, da paso al baile. Aunque la melodía de la guitarra y el cante es suficiente para arrancar la sevillana, habitualmente se acompaña con palmeros marcando el ritmo y pueden aparecer otros instrumentos, como las castañuelas o palillos, el tamboril o la pandereta, entre otros.
¿Cómo se bailan las sevillanas?
Aunque quien más y quien menos se ha arrancado alguna vez por sevillanas en el transcurso de una fiesta, lo cierto es que ejecutar bien los pasos del baile es más complicado de lo que parece, como demuestran los cientos de academias que hay en casi todos los países del mundo. A continuación, te ofrecemos una guía básica para que puedas iniciarte en este arte.
Estructura de las sevillanas
La sevillana se divide en cuatro partes, una por cada copla del cante. Habitualmente, cuenta una historia de amor, que se escenifica de la siguiente forma:
- En la primera parte, la mujer coquetea con el hombre, que va a su encuentro, aunque ella le ignora o le rechaza.
- En la segunda parte, se representa la seducción, por lo que el baile es más cercano y sensual.
- La tercera parte simboliza el engaño o el enfado, de modo que ambos bailarines se cruzan de perfil. Esta estrofa es la más apropiada para un efectista taconeo y finaliza con ambos miembros de la pareja dándose la espalda mutuamente.
Finalmente, en la cuarta parte o reconciliación la pareja vuelve a bailar frente a frente.
Movimientos principales de las sevillanas
Para lograr el efecto deseado, es fundamental que ambos miembros de la pareja estén perfectamente compenetrados, de forma que cada uno de ellos vaya por el lado contrario al otro, tanto durante las 4 coplas como en el paseillo.
Manteniendo una correcta postura (mirada alta, espalda recta, pecho fuera y hombros retrasados), se realiza un movimiento de abrazos arriba y abajo, coordinado con el movimiento corporal, de forma que el brazo que baja es el queda fuera del círculo, coordinado con la pierna que se adelanta, y viceversa.
Es fundamental mover las manos sutilmente, pero con gracia, formando un abanico con los dedos y rotando las muñecas hacia adentro y hacia fuera, de manera que no resulte forzado, sino natural.